Hola pingüinillos.
Hace una semana dije que tenía un proyecto raro en mente y se trata de una historia que se me ha ocurrido a partir de un sueño. Sí, lo sé, suena estúpido pero en pocos días se me han ocurrido un montón de cosas y he hecho hasta dibujos (si es que soy muy aplicada jaja) y me gustaría probar a ver que tal se me da escribir. Por el momento tengo literalmente 6 páginas de Word, así que son poquitas, pero la idea es ir desarrollando poco a poco la historia porque no tengo mucha experiencia en esto.
Ya os dejo de dar el tostón y os dejo el prólogo que es bastante cortito, a ver qué os parece.
Era el día perfecto para dar un paseo. Se podía disfrutar del sol penetrando en cada capa de tu piel, sintiendo como te envolvía la brillante y cálida luz. Me encontraba en uno de mis sitios favoritos para dejar la mente en blanco. Era un parque a dos manzanas de mi casa; un gran lago rodeado de mucha vegetación en el que te podías abstraer del mundo y encontrar uno nuevo. Al lado de unas cascadas se encontraba un pequeño banco de piedra y madera grabado con cientos de nombres de parejas enmarcados para siempre por la punta de una navaja. Desde ese pequeño espacio se observaba la inmensidad del parque por completo. Las hormigas trabajando todas juntas y a la par por un futuro en común sin la necesidad de nombrarse superior a las demás, la gente divirtiéndose en las barcas del lago mientras los que esperaban su turno alimentaban a los patos con pequeñas migas de pan, los colosales árboles con sus desmedidas ramas que llevaban cientos de años observando como pasaba la vida con sus altibajos sin inmutarse, los niños jugando en el césped como si no hubiese mañana a cualquier tipo de aventuras…me encantaría poder ser como ellos, un día decides ser pirata en busca de tesoros, mientras que al siguiente eres un Indiana Jones en potencia, pero yo no tenía derecho a una vida.
En el aire se
entremezclaban una ingente cantidad de olores que acompañaban la escena lo
mejor que podía: césped recién cortado, las piedras mojadas por el chapoteo del
agua, el algodón de azúcar de dos niños que estaban jugando a las chapas. Por
eso me gustaba esto, era un mundo nuevo cada vez y siempre podía descubrir
cosas nuevas…ojalá fuese real.
Estaba
observando como un pájaro intentaba llevarse a escondidas los restos de un
bocata que había acabado en el suelo, cuando sentí una descarga en la parte
posterior de la cabeza. Siempre acababa llegando ese intenso dolor sin ningún
reparo en arrasar la poca cordura y sentido de mi existencia. El mundo a mi
alrededor empezó a desvanecerse. Todo lo que me rodeaba dio paso a las cenizas degradándose
poco a poco, empezando por pequeñas grietas que iban abriendo pozos sin fondo,
desprendiéndose diminutas partículas que se enredaban con mi pelo hasta dar
paso a la más absoluta oscuridad.
Empecé a
abrir los ojos mientras la luz cegadora que empezaba a ser familiar derretía
mis córneas. Por alguna extraña razón al finalizar cada archivo tenía la mínima esperanza de encontrar algo distinto de esa fría y
albina habitación donde siempre despertaba rodeada de cables y aparatos que
emitían unos pitidos repetitivos y constantes que podían volver loco a
cualquiera, pero eso era pedir demasiado. Y como no, ahí estaba ese odioso
doctor con su mirada especulativa y analítica detrás de esas gafas que debían
de haber pertenecido a su abuelo. Pero lo que más repulsa me daba era su
anodina voz siempre tan gutural y tosca la cual utilizaba para profundizar en
mis pensamientos y determinar si era apta para la liberación. Con un poco de
suerte en un par de meses podría perderlo de vista para siempre. Lo único que
me lo podía impedir era ese dichoso molde reglamentario que los de mi raza
debíamos pasar.
Y eso es todo. Aunque no es mucho me gustaría que me dieseis vuestra opinión.
Hasta la próxima.